Partimos del maquillaje para proporcionar belleza, y con ello, salud.
No es algo que hayamos inventado nosotros; desde el principio de los tiempos, el maquillaje ha convivido con cada una de las épocas y ha creado grandes diferenciaciones en el look de cada una de ellas, hasta nuestros días.
¿Pero qué efectos proporciona en nuestro organismo el maquillaje para afirmar que es terapéutico?
Intentemos darle respuesta:
La viségimo segunda edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la acción de maquillar como “el hecho de aplicar cosméticos a una persona para modificar el aspecto de su rostro.”
Aunque la finalidad inicial es mejorar la apariencia para aumentar la belleza de unas facciones, en muchas ocasiones trasciende el simple gesto estético convirtiéndose en una eficaz herramienta terapéutica. La medicina no puede volver la espalda a esta técnica que mejora la salud del individuo es sus aspectos psíquicos y sociales.
Y la que yo personalmente he comprobado en todas y cada una de las sesiones que he vivido con las personas de mi comunidad, mi municipio o mi ciudad y quiero compartir.
Y es que hacer sentir a las personas que cada día es único, y que merece la pena sonreír, no es nada fácil, pero a través de esta bonita profesión, se consiguen pequeños pasos que demuestran que frente a un espejo, nuestra actitud varía en función del aspecto que tengamos.
Por desgracia yo no puedo hacer desaparecer una enfermedad o que alguien encuentre trabajo por ir maquillado, pero si puedo hacer que cambie su forma de afrontar algunas situaciones,
El simple hecho de sentirse aseado y limpio cambia la perspectiva de muchas cosas, y sentir que tenemos buena presencia, psicológicamente hablando, es el primer camino a una buena salud mental, por no hablar de lo que supone para la convivencia en sociedad.
Una noticia que me llamó mucho la atención es que en tiempos de crisis como los que atravesamos, las barras de labios rojas son los productos de cosmética más vendidos... Por algo será.
Y es que realmente donde cualquiera ve un labial rojo, yo veo un instrumento femenino que aporta fuerza y energía para seguir luchando.
Hace muchos años vi una película donde una mujer sufría un cáncer de mama; anulada moral y psicológicamente por el pánico entra en una fuerte depresión, descuidando su casa, su familia y a sí misma. Sus hijos, impotentes frente a la actitud de su madre, deciden regalarle la barra de labios que ella siempre utilizaba. La última escena muestra una mujer sentada en la camilla, que se maquilla los labios de rojo antes de entrar en quirófano...
Tomar las riendas de la vida empieza por tomar las riendas de uno mismo, y para ello nos tenemos que querer, es la única forma de querer a los demás y salir adelante, por ello cuando me dirijo a realizar cualquier tipo de servicio, trato de ir con la mayor carga positiva, porque desde el momento en el que alguien me abre las puertas de su hogar, solo a través de cariño y escucha consigo que no sienta que estoy invadiendo su espacio.
Maquillar a alguien es romper esa barrera que llevamos todos alrededor y que generalmente es infranqueable, por eso, conseguir un ambiente cómodo y distendido es fundamental para reforzar una actitud positiva y fluida.
Lo demás viene rodado, una sesión de maquillaje, unos cuantos complementos y sesión de fotos para finalizar, hacen que cambien su actitud y su valoración personal. Pero mi trabajo no termina ahí, mi trabajo termina cuando realmente esas personas ya sean en asociaciones, en grupo de terapia o de forma personalizada, restablecen su autoestima y empiezan a valorar todo lo que de forma inconsciente guardan en su interior, transformándolo en energía positiva para la lucha del día a día.
Isabel García Carreño
Maquilladora
Encontrar.
Como hombre, me enseñaron a buscar, pues esa es la respuesta activa que exige acción, poner atención en la búsqueda, saber lo que quiero e ir a por ello.
Encontrar es algo más. Es estar preparado para el encuentro, dispuesto y disponible, es esa respuesta pasiva que te conduce hacia tu interior y te permite estar despierto, acción que te lleva a darte cuenta, a confiar, a estar tranquilo y relajado.
Buscar me ha colocado fuera durante mucho tiempo, con ideas estructuradas, preconcebidas, inmutables, en pro de un objetivo: alcanzar la meta.
Encontrar me coloca dentro, abierto al cambio, a desestructurar lo aprendido para construir nuevos modelos, en pro de un objetivo: el camino.
Aún no sé muy bien cómo, pero quiero estar despierto para aprender de las nuevas herramientas, y en este sentido me doy cuenta de que los abrazos son un medio eficaz para despertar el darse cuenta.
Abrazar.
Poner conciencia en el abrazo. Poner conciencia en el cómo, en el para qué de cada abrazo y abrir los sentidos para dar y recibir de forma activa-pasiva, integrando, fusionando, aprendiendo – desaprendiendo; para encontrarme en el mundo de las ideas, en el mundo de las emociones y en el mundo de las acciones, tres espacios en los que habita mi ser, que me forman y me construyen como persona, en mi humanidad.
Hay un abrazo que se busca y un abrazo que se encuentra. El primero ya lo conozco y lo reconozco. El segundo necesito explorarlo, experimentarlo. Así seré más libre de elegir en función de cada momento y no de patrones preestablecidos en mi fondo.
Somos luz.
Yo soy un ser de luz. Solo cuando me coloco en mi lugar, en mi ser de luz puedo enfocar lo que necesito, lo que deseo. Puedo estar abierto para recibir. Puedo dar de verdad. Estoy convencido de que el camino me va a traer muchos descubrimientos, me va a meter en un proceso interior de pasos firmes y seguros, me va a hacer encontrarme con mi luz y con mi sombra. Como el abrazo que viaja al encuentro de dos seres, emprendo este viaje con un sincero deseo de avanzar hacia el encuentro de mis oposiciones, hacia el equilibrio, rompiendo resistencias viejas desde el darme cuenta y para darme cuenta del lugar que ocupo y del que quiero ocupar en mi vida, en cada momento de mi vida, encontrando-me.
José Valdivia
Masajista y arteterapeuta