mayo 2013

La mujer… un mundo de emociones - por José Antonio Sande


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Me llamo José Antonio Sande y hace muchos años, casi veinte, que mi vida está ligada a la Terapia Floral. Primero como paciente, luego como autodidacta, más tarde como estudiante y hace años ya como terapeuta, escritor y divulgador. En todos estos años he tratado y formado a muchas personas y ¿sabéis una cosa?... la Terapia Floral es un mundo de mujeres.

En los cursos, en las consultas, en los congresos, llevo años haciendo cuentas: más del setenta por ciento son mujeres. ¿Por qué?, porque la Terapia Floral trabaja de manera eficaz y prioritaria sobre el plano emocional de las personas, es una terapia “muy emocional”, y las mujeres son “un mundo de emociones”.

¿Qué son las emociones en realidad? Las vivimos, las disfrutamos o las sufrimos, nos impulsan a tomar decisiones o dejar de tomarlas, nos hacen acertar o equivocarnos, pero… ¿sabemos lo que son?, ¿sabemos por qué, para qué y cómo influyen en nuestra vida? Intentaré en este escrito explicar un poco el mundo emocional femenino y cómo éste le merma libertad a aquella mujer que no es capaz de gestionar sus emociones de manera sana y constructiva.

Un breve apunte sobre el origen de las emociones. Estas son el resultado de una combinación de creencias, ideas, instintos, aprendizajes, etc. todo ello mezclado con hormonas y aderezado con diferentes tipos de sustancias químicas producidas, sobre todo, en el cerebro.

Una vez mencionado el aspecto neuroquímico de las emociones (quizás en otro artículo se pueda profundizar sobre ello), vamos a pasar a aquello que realmente podemos ver en el día a día, en las vidas de las mujeres que intentan vivir la vida sacándole partido pero que, a menudo sin darse cuenta, se ven influidas de manera limitante por su propio mundo emocional.

En mi trabajo como terapeuta floral y emocional las emociones se conceptualizan como “estructuras emocionales”, la emoción en sí es un espectro y un proceso en el que se puede estar en la parte limitante o en la parte potenciada, y dentro del marco de la Terapia Floral consideramos 38 estructuras emocionales, que multiplicadas por su lado limitante y su lado potenciado, dan lugar a 76 aspectos emocionales a considerar, eso sin entrar en cuestiones de grados en cada emoción. Imaginaos la cantidad de información que sobre el mundo emocional de una mujer se puede tener valorando 76 aspectos que, además, no aparecen de manera única e individual, sino que se muestran como sistemas de relaciones de emociones. Por ejemplo, la culpabilidad suele estar asociada a la necesidad de ser aceptada, sometimiento a la opinión de los demás, exceso de autoexigencia, autoestima baja… y así podríamos estar hablando de muchas emociones conectadas unas con otras que crean una red enmarañada y, a menudo, inconsciente, que limita la vida de la mujer en diferentes aspectos de su día a día.

Da lo mismo que la mujer sea una alta ejecutiva que una limpiadora, una zapatera o una enfermera, del mundo emocional no se libra nadie, ni siquiera aquellas mujeres que creen haber inhibido su mundo emocional y que no son afectadas por él, en realidad no se dan cuenta de que, en el plano inconsciente, todo este mundo sigue activo e influyente.

Voy a poneros algunos ejemplos que servirán para ilustrar lo que os cuento. Todos ellos son casos reales de mujeres que he tratado en mi consulta de Terapia Floral en Almería o en Granada.

Imaginaos a una mujer de unos cuarenta años, con una presencia física muy cuidada, tanto en lo referente a su cuerpo como a la ropa y los complementos. Llega a consulta con un problema relacionado con sus dos hijos, de siete y nueve años, porque dice que no puede con ellos, que no le hacen caso, pero… ¿quién tiene el problema?, ¿los niños o la madre? Ya el lenguaje corporal, la presencia física y determinadas palabras y actitudes van dando información de la problemática que esta mujer vive. Apartamos por el momento el tema de los hijos y hablamos de ella. En estos momentos está separada de un hombre que no la trataba bien en el sentido de que la desvalorizaba y vivía sin compromiso respecto a la familia, con lo que ella se cargaba con todo el trabajo familiar y doméstico. Incluso después de la separación la relación no es buena porque él la presiona y trata de fastidiarla a través de los hijos y la parte económica, y ella no sabe ponerle límites.

Hablemos ahora de la relación con sus padres. En la actualidad la relación más significativa es con su madre, con la que habla cada día por teléfono dos veces, una por la mañana y otra por la noche. También habla cada noche con su hermana. Aunque esta mujer no trabaja la madre le prepara la comida cada día y ella se la lleva a su casa. Los hijos llegan a media tarde del colegio. Por las mañanas esta mujer no tiene una dedicación aparte de la casa y hacer deporte. En cuanto a las relaciones con los hombres ella misma manifiesta cierta tendencia a atraer a un tipo de hombre concreto: hombres con actitudes posesivas y con otros rasgos muy característicos que inicialmente se presentan como “príncipes azules” que la van a tratar bien, que la tendrán “como una reina” y todo este tipo de argumentos con los que ella fantasea. Pero ¿por qué se los cree? Porque ella es “la princesa que cree en los cuentos de hadas”, una mujer que sigue creyendo que el príncipe azul existe porque fue educada en que el hombre tiene que mantenerla y, en cierto modo, protegerla y salvarla de todos los peligros. Por eso su madre no le dejó estudiar y trató de mantenerla cerca de ella permanentemente, desvalorizando sus intenciones de estudiar e independizarse. Claro que la madre tampoco es que sea “culpable”, ella hizo lo que su plano emocional inconsciente le dictaba, sin darse cuenta del perjuicio que estaba causando..

En la actualidad esta mujer es emocionalmente dependiente de la madre, inmadura, incapaz de poner límites a los demás, fundamenta su autoestima en la imagen física, etc. etc. etc. Podría seguir contándoos en profundidad el caso o contaros otros de otra índole. Ahora bien, alguna de vosotras puede pensar “eso no me pasaría a mí”, “a mí no me somete nadie”. Sí, puede ser, pero… ¿no serás tu la que va sometiendo a los demás?, y si es así ¿quizás esa fuerza nace de una rebelión permanente?, entonces no estás viviendo en “acción” sino en “reacción” y eso no es vivir y decidir libremente sino que se trata de una continua reacción, sea contra los hombres, contra el sistema, contra el padre o contra lo que sea.

Cultural o socialmente las emociones son diferenciadas en buenas y malas, correctas e incorrectas, positivas y negativas. Pues no, las emociones no son buenas o malas, son….emociones. Todas ellas forman parte de la mujer (y del hombre) y están ahí para ser vividas, para aprender con y de ellas, para darle colores, matices e intensidad a la vida. Ahora bien, si tenemos una caja con treinta y ocho pinturas de colores y solo pintamos con la gama de los verdes, o todo lo coloreamos de rojo, entonces los demás colores quedarán sin utilizar. ¿Es acaso malo pintarlo todo de rojo?, ¿o de negro? El planteamiento sobre el plano emocional es: ¿por qué solo utilizo unas emociones y no otras?, ¿por qué tiendo a pintarlo todo de desconfianza, o de culpabilidad o de competitividad?

Desde el punto de vista aquí planteado podemos considerar las emociones como cualidades. Las cualidades en sí mismas no son buenas o malas, si no que depende del momento, la forma y el grado en que son vividas y/o manifestadas. Así, una “cualidad emocional” puede ser vivida en su justo grado de equilibrio o fuera de él. Si es vivida en equilibrio lleva a la mujer, en ese aspecto emocional de su vida, a una serenidad y armonía, a una salud emocional respecto a esa emoción. Pero si es vivida fuera del grado armónico entonces vivirá en exceso o carencia de esa cualidad emocional concreta. Al pasarse o no llegar en el espectro de la emoción, ese aspecto desequilibrado se pondrá de manifiesto tarde o temprano, y la mujer perderá la armonía en ese aspecto emocional, es decir, vivirá “sin equilibrio”, que es lo mismo que decir “sin firmeza” en esa emoción “Sin firmeza”, en latín, se traduce por “in firmus”, y ¿sabéis qué palabra deriva en español de la expresión “in firmus”, exactamente, “enfermo”. Como veis la palabra “enfermo” no significa etimológicamente otra cosa que “sin equilibrio”. ¡Qué casualidad!

Cualquier emoción que sea vivida fuera de su punto de equilibrio crea una desarmonía pero… ¿cual es ese punto?, ¿quién decide dónde se sitúa? La única persona que puede decidirlo es la misma que lo vive. La mujer, a través de la autoobservación, el autoconocimiento y el desarrollo de su conciencia sobre su mundo emocional y mental, ha de ser capaz de determinar en qué grado y forma ha de mantener cada emoción para mantenerse equilibrada. Esto es un aprendizaje, igual que se puede comer más sanamente o menos o que se sabe como combinar los colores, las prendas y los complementos para que la imagen sea más armoniosa y atractiva.

Algunas mujeres me comentan que estar atentas a su mundo emocional y mental de manera permanente es difícil y cansado, yo les respondo que seguramente dedican más tiempo a cuidar su imagen externa o a maquillarse que el que necesitarían para desarrollar la conciencia sobre su mundo emocional y aprender a mantenerlo lo más equilibrado posible. ¿Por qué somos capaces de ir al gimnasio dos o tres veces a la semana para cuidar nuestro cuerpo y no hacemos lo mismo con nuestras emociones?, hoy en día hay profesionales y centros dedicados a enseñar a trabajar con el mundo emocional, no es solamente una cuestión de ignorancia, a veces es por comodidad, otras veces es por no mirar de frente a la propia vida, es decir, por cobardía, otras por carencia de tiempo, que luego se pierde viendo la televisión o en otras actividades de las que se puede prescindir sin perjuicio. Es una cuestión de elección y de priorizar.

Como ya señalé, en la Terapia Floral se consideran 38 estructuras emocionales, 38 espectros de cada emoción que van desde el grado más limitante al grado más potenciado, y entre ambos grados se sitúa ese “punto justo” al que antes aludía. Se suele decir “en el punto medio está la virtud”, en el caso del plano emocional no comparto esta afirmación. La virtud en la emoción es diferente en cada mujer, ya que sus circunstancias externas, su necesidad en un momento concreto y el punto en el que se encuentra en su proceso evolutivo son diferentes al de las demás mujeres. Por ejemplo, una emoción mal vista como puede ser la ira cumple una función en cada persona, es una herramienta que tiene un fin en la vida de los seres humanos. Una mujer que es maestra de educación infantil hallará el punto justo de su ira en un grado diferente que una mujer soldado en una misión de guerra. Si la maestra de infantil mantiene su ira en un grado excesivamente elevado, aunque la reprima y no la exprese (que es peor), estará viviendo un desequilibrio interior que tarde o temprano le afectará. En el caso de la mujer soldado, si su ira no puede pasar de un grado mínimo de intensidad, sea por educación o por bloqueo, entonces en el momento en el que necesite esa emoción en grado muy elevado puede no ser capaz de encontrar ese punto justo según su circunstancia. No hay emociones buenas y malas, hay emociones que nos sirven para experimentar, matizar, comprender y vivir, lo que se trata es de aprender a gestionarlas y a sacarles el mayor partido posible y, repito, esto es una cuestión de autoconocimiento, entrenamiento y gestión.

En Terapia Floral las 38 estructuras emocionales se organizan en 7 grupos. De manera simplificada son los siguientes: Miedo, Incertidumbre, Falta de interés por el presente, Soledad, Vulnerabilidad, Abatimiento y Poder. Aun cuando todas las estructuras están presentes en cada mujer (y en cada hombre, aunque a veces no lo parezca), algunas de esas estructuras son vividas de manera equilibrada y armoniosa y otras, por el contrario, se presentan desarmonizadas. ¿De qué depende esto? Son varios los factores: educación familiar, educación en la escuela, medios de comunicación, experiencias vitales, autoaprendizajes… nadie está libre ni de emociones armónicas ni de emociones desarmónicas. Lo que sucede a menudo es que una mujer puede haber “normalizado” una emoción desarmonizada porque es lo único que ha conocido en su vida. Por ejemplo, una niña nace en una familia donde la tendencia de las mujeres es el sufrimiento, “mujeres sufridoras” que penan por los familiares, por los vecinos, por los padres… mujeres que, sin darse cuenta, han convertido el sufrimiento en un valor de su escala de valores y viven permanentemente preocupadas por todos, por lo que pasa y por lo que no pasa, por lo que puede pasar y por lo que nunca pasará. Si esta niña vive en ese entorno con una madre, una tía y una abuela sufridoras, los primeros años de su vida esta actitud, de la cual ella no es consciente, será un campo de información permanente del que puede aprender y normalizar la actitud, porque no ha conocido otra cosa. Lo incorpora a nivel mental y emocional como “lo normal” y sigue creciendo y avanzando por la vida con ese patrón emocional. Es muy posible (así se corrobora en las consultas y los cursos) que esta niña repita, inconscientemente, el patrón del sufrimiento y que lo viva como “lo que tiene que ser” o “lo que es lo correcto”, “porque si no sufro por los míos no soy una buena madre o una buena esposa o una buena mujer o una buena persona”. Incluso puede que, si una amiga suya no reproduce el mismo patrón, puede no entender cómo ella es capaz de no sufrir por sus hijos y de no estar permanentemente preocupada, porque “una madre que quiere a sus hijos sufre por ellos” o “una mujer que cuida de su familia sufre por ella, si no es así no es buena mujer”.

Hay muchos patrones emocionales que se reproducen de manera inconsciente y normalizada, unos son armonizadores y otros no, unos permiten avanzar por la vida con mayor libertad y otros limitan esa libertad. Voy a comentar, a través de otro caso real, algunos patrones desarmónicas de estructuras emocionales concretas que suelen afectar a muchas mujeres y que, aunque ellas piensan que la vida es así o que ésta es la manera adecuada de sentir, no se dan cuenta de que son barreras que no les permiten avanzar por la vida libres y sin miedo.

En principio ninguna mujer viene a consulta diciendo: "
mira José Antonio vengo a tu consulta porque vivo en un sentimiento de culpabilidad permanente (o cualquier otra emoción) que me limita y quiero que me ayudes a cambiarlo". Si fuese así de sencillo… Una mujer llega a consulta, generalmente, cuando está al límite de lo que puede soportar, y hay que dar gracias si llega antes de haber recurrido a las pastillas. Muchas mujeres soportan grandes sufrimientos emocionales porque creen o sienten que “tienen que ser capaces de soportarlo todo o de poder con todo”, y cuando se rompen es cuando no tienen otro remedio que acudir a un profesional. Como decía, llega a consulta y el comentario es más o menos así: “no sé lo que me pasa pero me encuentro muy mal, casi no puedo aguantar el día a día y me encuentro triste, sin ganas de hacer nada. Antes podía con todo y ahora no puedo hacer ni la mitad, y encima me siento fatal por ello”. Como podéis imaginar este estado no se debe únicamente a una emoción desequilibrada, lo habitual es que sean varias emociones las que no estén equilibradas. Preguntada la mujer sobre su mundo emocional puede no saber poner nombre a las emociones que está viviendo, o confundir unas con otras, por lo que su gestión no puede ser bien realizada, ¿cómo se va a gestionar aquello que no se conoce?, pero claro, como una mujer tiene que poder con todo…

Veamos un ejemplo muy común. A ver lo que nos cuenta la mujer que vino a consulta.

Mujer -
“Yo antes podía llevar la casa y el trabajo sin ningún problema. Mi marido es un poco dejado y las cosas de la casa las hago yo, porque él la verdad que es un desastre y me lo deja todo hecho un asco y luego tengo que ir yo detrás arreglando. Además, desde que nacieron los mellizos es que no tengo ni un momento libre. Ya tienen seis años pero como no puedo separarme de ellos…, pues claro, los tengo todo el día pegados y me da pena dejarlos con la canguro porque se quedan llorando. En el trabajo siempre me tengo que quedar más tiempo porque me cargo de tareas extra; muchas veces alguien me pide el favor de que acabe un informe y no soy capaz de decirle que no, y es que no hay manera de que acabe a mi hora y luego, encima, me llevo trabajo para casa. Cuando llego tengo que preparar la comida y la vecina me trae a los niños del colegio y cuando llega mi marido me ayuda, pero luego por la tarde, cuando no trabaja, se va a hacer deporte y yo me quedo con los peques y los llevo al parque, juego con ellos o visitamos a sus abuelos. Por la noche duchas... cenas…preparar las cosas para mañana, la ropa de mi marido…, la de los niños…, dejarlo todo recogido y trabajar un poco antes de irme a la cama. No tengo tiempo ni de ver un poco la televisión. Mi marido acuesta a los niños, ve un poco la tele o lee y se acuesta, yo todavía me quedo casi una hora más, hasta que me bailan las palabras del informe que estoy revisando y entonces ya me voy a la cama.”

Terapeuta -
“¿Y cuánto tiempo hace que vives con este nivel de actividad?”

Mujer -
“Pues… desde que nacieron los niños.”

Terapeuta -
“¿Y dices que no sabes por qué te sientes mal?”

Mujer -
“Pues la verdad es que no.”

Unas veces es verdad que no son capaces de verlo, otras lo que ocurre es que prefieren no verlo, porque si lo ven no podrían soportar lo que están viviendo.

Exceso de responsabilidades, incapacidad para poner límites a los demás, sentimiento de culpabilidad, inadecuada gestión de los tiempos de descanso, sometimiento al machismo (sutil o no, de ella misma o de él), cesión al chantaje emocional de los niños, sentimiento o creencia de que ella tiene que poder con todo, agotamiento, vida rutinaria… y a pesar de todo esto no es consciente de por qué se encuentra en esa situación anímica – emocional – energética – mental.

Este caso es solo una pequeña muestra de cómo una mujer que no se hace consciente de las creencias y modelos emocionales en los que vive, puede ir mermando la capacidad de disfrutar de la vida, encerrándose en una dinámica vital que, poco a poco, la llevará a perder el equilibrio. Y, aún haciéndose consciente de ello, es posible que no lo pueda evitar porque los patrones emocionales y de creencias que fundamentan su plano emocional están tan arraigados a base de repetirlos durante años que le resulte imposible librarse de ellos. Si lo intenta sin las herramientas adecuadas puede que el miedo al fracaso, el miedo a la soledad, el sentimiento de culpabilidad u otros patrones la hagan sentir tan mal que prefiera seguir sufriendo el resto de su vida que pasar por el dolor de romper esos patrones con los que ha vivido durante gran parte o toda su vida. A menudo, en la vida, hay que elegir entre el dolor y el sufrimiento y, desgraciadamente, a la mujer la han convencido de que la mejor opción es el sufrimiento. Os diré una cosa, el dolor enseña y libera, el sufrimiento mantiene en la ignorancia y esclaviza.

No se puede explicar en un corto artículo la cantidad de patrones emocionales, creencias y códigos que una mujer vive y de los que no es consciente. Incluso en consulta, a veces, se hace difícil que la mujer observe su vida de manera objetiva y contemple la cantidad de aspectos desequilibrados en los que puede estar viviendo. Aún así, cuando se hacen conscientes llegan los “peros”. “Pero es que no puedo hacer otra cosa”, “pero es que las cosas son así”, “pero es que mi marido no me ayudaría nunca”, “pero es que si no lo hago yo no lo hace nadie”, “pero…” Y así un pero para cada decisión, para cada cambio, para cada posibilidad de mejorar. Por eso, el trabajo interior de cada mujer para mejorar su vida ha de pasar por un compromiso personal de cambiar su mundo interior, su escala de valores emocionales, sus creencias respecto a las relaciones y la vida. Cuando el sistema está montado de manera que la mujer es la víctima, la sirvienta o la esclava, la mujer no puede esperar a que el sistema se dé cuenta de lo que está sucediendo (“si me quiere se dará cuenta”), es responsabilidad de ella cambiar en su fuero interno para que el sistema cambie. Y si por ignorancia, miedo, pereza, conveniencia, comodidad, pena, culpabilidad o cualquier otra emoción mal entendida, cada mujer se permite a sí misma seguir sufriendo, la responsabilidad de lo que sucede y del ejemplo que le esté dando a sus hijas e hijos es suya, no únicamente del sistema. El sistema cambia cuando la conciencia de aquellos que lo componen cambia. Basta con que una pequeña parte del sistema cambie para crear suficiente masa crítica que cambie al resto del sistema, sea porque evoluciona o porque se desbarata. El autoconocimiento y la toma de conciencia del gran poder emocional y mental que las mujeres poseen es una de las herramientas más poderosas para lograr ese cambio de conciencia, primero a nivel individual, luego en la sociedad. En palabras del gran maestro Gandhi: “Sé el cambio que quieras ver en el mundo”.


José Antonio Sande
Terapeuta floral

Me juzgo y te juzgo - por Susana Díaz García


El juicio final - Miguel Ángel
El juicio final - Miguel Ángel

Así, rápido, sin pensar mucho, ¿cuántas veces hemos escuchado estas frases?

  • “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?”
  • “Yo no lo haría si estuviera en tu lugar”
  • “¿Pero cómo te has vestido hoy?”
  • “Soy imbécil”
  • “Me falta valor”
Posibles respuestas a estas frases:
  • "Probablemente lo hice porque tenía motivos"
  • "Ya, es que tú no estás en mi lugar"
  • "¿No te gusta? ¡Voy monísima!"
  • "¿Quién lo dice?"
  • "¿Cuántas veces te ha sobrado valor?"
No sé si os ha sucedido que salís de casa bien temprano y desde que arrancáis el coche vais diciendo o pensando improperios sobre lo que veis a vuestro alrededor “¡miraaaa! ¡oyeee! ¡qué te has saltado el STOP!”... ¿no lo has pensado o hecho tú en alguna ocasión?... ”¡jo! ¡pero qué despacio va este coche! ¡dale caña!”... ¿no te has entretenido alguna vez mientras ibas al volante? Y efectivamente, todos juzgamos en una medida u otra; está genial, tenemos opiniones distintas y es humano enjuiciarnos y enjuiciar a otros. Hasta aquí todo bien, ¿no?

'Susana, quiero portarme bien y ser Mi Mejor Versión'
¡Qué bien! ¡yo también quiero! Tenemos una diversidad de herramientas apasionantes para tomar conciencia de qué parte de nosotros responde a los estímulos externos que nos hacen saltar como resortes y provocan, por ejemplo, que levantemos la voz o nos enfademos por cualquier mínima cosa o que pongamos de vuelta y media al vecino o al colega de trabajo. ¿Será cierto eso que dicen de que en realidad juzgamos a otros que en realidad son como nosotros? ¿Será que proyectamos nuestros propios defectos sobre los demás?
Puede suceder (experiencia personal) que hagamos cursos de crecimiento personal, nos especialicemos en una profesión dedicada a la ayuda a uno mismo y los demás, que nos entrenemos en el uso de herramientas fabulosas como la que mejor conozco que es la regulación de emociones, la inteligencia emocional. En medio de todo ese entrenamiento te llenas de valor, sacas tu basura personal, reciclas viejos patrones, pides perdón por tus errores y...el día menos pensado te levantas de un humor deplorable y todos los meses que habías dedicado a tu regulación personal de paz y amor los tiras por la borda cuando vas andando hacia el ascensor, un vecino sale disparado de casa, te empuja y tu súper Samsung Galaxy S4 cae al suelo y escuchas el 'crack': la furia de la parte más instintiva sale de tus profundidades y una vez pasada la tormenta te paras y lloras angustiada, ¿cómo es esto posible? ¿doy tres pasos hacia delante y dos atrás? Asúmelo, lo es, asúmelo ya porque somos todo y nada. Todo está bien, tenemos derecho a equivocarnos igual que las personas a las que queremos (o no queremos) se equivocan.

Decidir dejar un denominado 'mal hábito' es duro. Aunque me atrevería a decir que lo más duro es 'no recaer'
De los múltiples hábitos que tenemos a nuestra disposición prefiero centrarme en el que nos desafía las veinticuatro horas:
los pensamientos. Y es que si os fijáis, ¿hasta qué punto importan tanto los hábitos en sí como lo que pensamos acerca de ellos, nuestra actitud ante ellos?
A veces somos muy duros con nosotros mismos y empezamos con un
'no voy a hacer tal y cual cosa, voy a hacer más deporte, voy a comer menos chocolate, voy a beber menos alcohol'. La buena noticia es que logramos nuestros objetivos y la 'mala' noticia es que si tenemos una recaída podemos llegar a autocriticarnos en exceso y a montar escenarios mentales donde sufrimos porque hemos desandado el camino ¡se va a acabar el mundo por desandar el camino! Bien. Ya ha pasado el susto. Has vuelto atrás dos pasos, prepárate y respira porque en realidad has vuelto atrás para coger carrerilla y avanzar más rápido. Busquemos recursos, busquemos personas ¿qué herramienta necesitas ahora mismo? ¿quién te apoya en esta decisión? Agarra cada respuesta por un brazo que la aventura continúa.

Cada uno de nosotros hace lo que mejor puede, cada uno a su manera
A veces te encomendarás a dios para que te ayude
ahora... otras veces pedirás a tu Yo Superior que te mande toda la energía blanca que tenga acumulada hoy... ¡Ahora y hoy!... ¡estos dos son muy poderosos! Y encomiéndate a dios o a tu yo superior y a la vez, haz algo ahora, hoy, cualquier cosita (como leer este artículo) que te haga suspirar, reír, buscar información por otro lado, apuntarte al banco del tiempo o ayudar a tu vecino. Todos somos importantes, todos estamos aquí para querernos a nosotros mismos, para mimarnos y llegar a convertirnos en lo que de verdad (de verdad) queremos.

Mensaje de una que se ha juzgado con fiereza: Sálvate
Es bastante inevitable que muchos seamos duros con nosotros mismos, que nos critiquemos y juzguemos a los que están presentes y a los que no lo están. Sucede que a veces esos otros nos recuerdan a una parte de nosotros que una vez estuvo tan presente que cuando la ves de nuevo reflejada fuera de ti en otra persona no puedes soportarlo y su mera presencia te agobia y distorsiona.

¿Alguna solución al respecto? Puedo apuntar tres:
  • Toma decisiones enfocadas a una autoevaluación: usa el kit de 'primeras mini-decisiones'
  • Da pasitos hacia lo que deseas cambiar y te incomoda de tí mismo
  • Solicita ayuda: pide, pide y pide ayuda
Busca soluciones aquí y allá, dentro, fuera, hazte de otra religión, cambia de banco, cambia de ropa, equilíbrate los chakras...¡lo que sea! ¡haz lo que sea! Que pronto te darás cuenta de qué es lo que realmente te sucede y sabrás cómo librarte de ese peso.

Y sálvate. Recuerda colocarte primero tú la mascarilla de oxígeno y luego se la colocas a los demás. A esto se le puede denominar
inter-independencia. Júzgate, regocíjate en tu pena si aún te cuesta salir del círculo vicioso en el que has pasado mucho tiempo y cuando te canses de tu comportamiento en bucle búscate un Coach (por ejemplo), dile a tus amigos que te repitan tres veces al día 'no te tomes la vida tan en serio', evita ver los telediarios y escucha música que te ponga las pilas.

Desde la zona mágica te saluda una que pasó (y recae de vez en cuando) por algo similar a lo que os he contado. Un abrazo.


Susana Díaz García
Coach personal y Sanadora reconectiva®

Cinco claves para empeorar tu vida - por Pablo Arredondo


Revista Tant'amare - Artículos
Las estanterías están llenas de libros de autoayuda con cientos de consejos para manejar tu vida, mejorar tus relaciones, ser más feliz, atraer la suerte y muchas otras zarandajas.
Aquí te brindo estas cinco claves para que las uses en tu vida diaria. Ya esta bien de decirnos a todo el mundo lo que tenemos que hacer para ser feliz, para tener habilidades sociales, para ser el centro del mundo, para tener éxito. Ya está bien de revelarnos “el secreto”. ¿Porque tienen que presuponer que todos deseamos lo mismo?
Tanto si estás harto de todo esto como si decides empeorar tus relaciones, puedes echar mano de estos sencillos principios que te expongo. Son válidos para todo el mundo y puedes usarlos en cualquier momento.
Hazlo a conciencia y verás como la gente no te aguanta, empezarán a esquivarte, te dejarán en paz. Los resultados son inmediatos.

CINCO CLAVES PARA EMPEORAR TUS RELACIONES

1.- No escuches lo que te está diciendo la otra persona.
Estate pendiente de lo que estás pensando que le vas a decir cuando llegue tu turno de palabra, en lugar de escucharle. O mejor aún, según te esté contando algo, si te surge algún pensamiento o te recuerda algo, lo interrumpes y no le permites seguir hablando. Toma la palabra y no le dejes meter cuña. Esto es muy importante. Muy importante.

2.- Dile a los demás lo que tienen que hacer con su vida.
Ellos no tienen perspectiva, no saben lo que tienen que hacer. Como tú eres más experimentado y puedes verlo todo claro, puedes brindarle tu consejo. Da igual que no te lo pidan. Lo haces por su bien. Comienza diciéndole “tu lo que tienes que hacer…” . Eso le orientará bastante. La gente no sabe qué hacer con su vida pero tu eres más sabio y puedes guiarle. Cuando te cuentan algo no es para comunicarse contigo. En realidad te están pidiendo consejo. Tienes que entenderlo así y ayudar a esos pobres.

3.- Ignora o pesimiza sus ilusiones, sus proyectos, sus ideas.
Cuando te compartan algo que les motive tienes que usar varias veces las expresiones “isis” y “aversis”. Estas dos expresiones son fundamentales para infundirles prudencia a todos los insensatos. Ponlos siempre en el peor de los escenarios… “a ver si…” “y si...”. Cuanto más catastrófico mejor. No le alientes estas ilusiones porque luego se estrellarán. Tienes que abrirles los ojos bien pronto.
También puedes usar una variante técnica más sutil: ignorar lo que te está contando. No le hagas ninguna pregunta sobre esa idea ilusionante que le reina la cabeza. No caigas en la trampa. No te intereses ni le comentes nada, porque le puedes generar más ilusión. Tienes que despertarlos desde el principio. Si es preciso, cambia de conversación. Lo importante es que no le fomentes esperanzas de llevar a cabo su plan.

4.- Usa la crítica, el reproche y la culpabilización.
Estas herramientas son fundamentales para reconvenir a las ovejas descarriadas. Usalas a conveniencia cuando veas que los otros no satisfacen tus deseos y expectativas. A veces ellos no se dan cuenta. No es que sean malos, no. Simplemente no son conscientes de que, si se relacionan contigo, están ahí para cumplir tus necesidades. Házselo saber utilizando estas técnicas universales. Son muy eficaces. Y puedes aprenderlas de mucha gente porque son muy populares.

5.- Instrúyeles con tus pensamientos y creencias.
La gente está muy perdida hoy día. No tienen guías ni valores. Menos mal que estás tú para alumbrarlos. Cuando hables, sienta cátedra. Te verán como un referente. Solo alguien que tiene claras las cosas puede guiar a los demás, así que muéstrate como ese alguien. Estas por encima de ellos así que utiliza tu influencia. Y no toleres disensiones, ni discusiones. Son peligrosas porque te podrían generar dudas y eso sería el principio del final. Tus ideas son tu fundamento. Muere por ellos, mata por ellos. Y quien se meta por medio ya sabe lo que hay.
Eso es seguridad. Demuéstrala.

Ahora lo que tienes que hacer es compartir estas claves en tu muro
(observa cómo estoy usando la clave 2).

No seas petardo y te vayas a creer que tienes más personalidad por no seguir mis sabios consejos de compartir, o que demuestras que no eres sumiso. En realidad eres más sumiso aún a tus propias resistencias
(claves 4 y 5).

Y no creas que va a ser fácil el camino de empeorar tus relaciones y tu vida. Es un camino costoso, que exige perseverancia. Hay gente que lo consigue, pero a base de esfuerzo. Tardan años. Así que no te decepciones si los resultados no llegan de inmediato. Te lo aviso desde ya. Exige constancia y un trabajo arduo, para el que probablemente no estés preparado aún
(clave 3).

De la clave 1 no puede darte ningún ejemplo. Tendrás que indagarlo por tu cuenta, pero es fácil. Quizás hasta lo hayas hecho algunas veces o te lo vengan haciendo a ti. Date cuenta de ello. Permanece consciente, observando.


Pablo Arredondo
Psicólogo

Lunas nuevas - por Amparo Castillo Precioso


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Porque sólo buscando en la oscuridad podemos encontrar la luz, las mujeres tenemos el don de vivenciar en nuestro cuerpo la luna nueva cada mes en los días en que sangramos con la regla y sembrar con ella una pequeña semilla que nos permitirá ir creando a lo largo de las otras etapas de nuestro ciclo la vida que queremos. Por eso elegí el título de Lunas Nuevas para trabajar entre mujeres nuestro ciclo menstrual, teniendo en cuenta además que a veces los ciclos están alterados e inclusive muchas mujeres pierden la regla después de determinadas intervenciones quirúrgicas o de recibir quimioterapia, entrando así en una menopausia prematura y súbita difícil de asimilar…

La mayoría de las mujeres hemos vivenciado alguna vez momentos de oscuridad en relación a lo que para nosotras significa ser mujer, y como todas las mujeres independientemente de nuestra edad, de la regularidad de nuestros ciclos o de si hemos llegado a la menopausia llevamos la luna en nuestro vientre, todas tenemos la sabiduría innata de atravesar esa oscuridad hasta llegar de nuevo a la luz, desde la escucha amorosa y el respeto profundo a nuestro cuerpo, lo que pasa es que muchas veces la hemos olvidado. Se trata tan sólo de re-encontrar este camino que nos llevará al re-descubrirnos.

Hoy hay mucho escrito sobre lo que representa cada etapa del ciclo, la fluidez y la fortaleza individual que caracteriza la fase preovulatoria, la necesidad de conexión con el mundo exterior sin tener que cambiarlo durante la ovulación, la intensidad emocional de la fase postovulatoria y el acercamiento al inconsciente, y la conexión intuitiva durante la regla. Poco he encontrado escrito sobre lo que simboliza la menopausia, esa etapa hermosa en la que al ser los cambios físicos y emocionales que caracterizan nuestra etapa fértil menos acentuados podemos conectar con más facilidad con nuestro Ser interior, con la sabiduría que le ha ido dando el paso de los años.

A mí me interesaba trabajar con mujeres en sus distintas etapas desde un espacio terapéutico y creativo, respetuoso y protegido que les permitiese el contacto con ellas mismas, y de esta forma nació el taller Lunas Nuevas que trabaja desde la arteterapia, ya que a través del arte utilizado como terapia podemos olvidar los conceptos y vivenciar qué es lo que significan para nosotras los procesos internos que experimenta nuestro cuerpo de mujer, y desde ahí podemos dejarnos sentir hasta encontrar ese camino de escucha y de respeto a nuestro cuerpo que nos llevará a conectar con nuestro Ser Mujer. Porque nuestro vientre de mujer, creador de vida nos identifica, pero la vivencia exclusiva por cada una de nosotras es lo que forja nuestra identidad como Mujer en este mundo.

Es imprescindible tomar conciencia de cómo nuestra sangre de mujer fluye por nuestras venas inyectando Vida a nuestra vida entera. Cada óvulo, la sangre que expulsamos cada mes y la que llevamos dentro cuando esa etapa de nuestra vida pasa, conforma nuestra mirada de mujer. Y el rojo de nuestra sangre representa a la vez nuestro dolor y nuestra fuerza, y cuando nos atrevemos a liberar nuestras entrañas sin vergüenza, queda tan solo, desnuda y clara, nuestra alma de Mujer, el alma de la Mujer que decidimos habitar al venir a este mundo para Ser.


Amparo Castillo Precioso
Arteterapeuta humanista